Fructificar en el Espíritu. Textos principales: Juan 15:1-5; Lucas 13:6-9 (Parábola de la higuera estéril); Marcos 11:12-14 (Jesús y la Higuera).
Introducción. Somos llamados a ser productivos es decir a dar fruto, el fruto viene del griego Carpos que significa Fruto, producto, grano, simiente
En gálatas 5:22-23 vimos el fruto del Espíritu así: Amor (perdón en el Espíritu Santo), Gozo (alegría en el Espíritu Santo), Paz (plenitud en el Espíritu Santo), Paciencia (Esperar en el Espíritu Santo), Benignidad (Creado para el bien en el Espíritu Santo), bondad (ayudar o dar a otros en el Espíritu Santo), fe (Creer y confiar en Dios), mansedumbre (acatar la disciplina de Dios, disposición equilibrada) y templanza (control y dominio propio en el Espíritu Santo).
Somos llamados a dar el fruto en el Espíritu Santo, En Cristo Jesús somos esas ramas unidas al árbol de vida que es Cristo Jesús, y el padre Dios representa el cuidador de la viña, aquel que en cada época nos poda (Katairei), pero que también puede cortar las ramas que no sean fructíferas. El fructificar y dar frutos trae propósito, hazte la siguiente pregunta, ¿para que estas hecho en Dios?
Los frutos son la expresión de la productividad, de las cosechas y del propósito de vida. Son para perseverar la semilla. Definitivamente Somos hechos para buenas obras
Cuáles serían los Frutos que no permanecen. Lucas 13:6-9; Lucas 12:13-21; Lucas 6: 43-45. El verdadero fruto es el propósito por el cual estás puesto en la rama, que tipo de fruto estamos dando, podemos dar frutos en la vida pero que no permanecen. Estos serían:
- Frutos indeseados. Frutos materiales. Lucas 6:43-45 (Parábola del rico insensato) En la abundancia de bienes, Dios quiere darnos los recursos, pero no debemos tener la mirada en la abundancia de los bienes materiales. Los bienes materiales no permanecen, pero sí deben ser usados para alcanzar el propósito de Dios, pero cuando solo pensamos en ello y todo gira alrededor de su obtención, podemos decir que son frutos indeseados. (Dónde está tu corazón allí está tu tesoro)
- Frutos que no crecen. Inutilizan los recursos, la tierra. Lucas 13. Personas estériles en lo espiritual. A pesar de que las ramas de la higuera sirven de sombrío, no es el propósito del árbol de la higuera, ni las ramas y hojas para curar; el fruto es el final o el propósito de la planta misma. Así es nuestra vida cuando usamos los recursos para otros propósitos.
Ahora los Frutos que permanecen. Juan 15:2. La verdadera conversión es la que trae frutos, el fruto del Espíritu Santo, y este lleva consigo una poda.
- Frutos que se dejan cuidar. Juan 15:1. Dios es nuestro viñador, si permanecemos en comunión con el Señor por medio de la oración, del estudio de la palabra y nos congregamos, estamos permitiendo que el señor nos cuide y mantenga nuestro propósito.
- Frutos en todo tiempo. Marcos 11:12-13. Para todo tipo de árbol, Jesús estaba profetizando que un árbol una rama puede dar frutos y propósito por la eternidad y en Cristo debe ser en todo tiempo en Apocalipsis 22:2. Ese fruto de paz, fe, gozo, paciencia… no depende del sistema, fuimos creados y diseñados como hijos suyos a cumplir el propósito, tenemos el potencial como sus hijos para dar frutos todo el tiempo.
- Frutos que se dejan podar. Juan 15:2 Para obtener los mejores frutos se requiere podar (Katarai) ralear, aclarar o limpiar las ramas que están impidiendo La Luz y el crecimiento físico del árbol. Son limpiados por la palabra (Juan 15:2). Así como los frutos requieren ser limpiados, podados para obtener los mejores, nosotros a través de la palabra somos podados para buenos frutos para buenas obras Romanos 12:2. Nuestra mente es renovada mediante la palabra, de esta manera nuestros actos también, nuestra actitud frente a las personas, nuestra forma de hablar y de reaccionar frente a las circunstancias.
- Frutos que se alimentan del árbol. Juan 15:4-5. En Jesús llevamos muchos frutos y buenos frutos.
Conclusión y aplicación. Nuestros frutos, al igual que el fruto biológico son los que dejarán la semilla, debe permanecer y prevalecer por generaciones, mientras Jesús venga. ¿Qué fruto está creciendo en ti o no está creciendo fruto? Solo en Jesús es en el único que podemos dar fruto porque somos hechos para buenas obras. En Cristo podrías tener los mejores frutos en tu familia, en lo personal, en tu trabajo, en el estudio. Cuando damos frutos en Dios encontramos el propósito; la fructificación en Cristo permanece por la eternidad.